lunes, 8 de agosto de 2011

Comer bien para evitar la depresión





El aceite de oliva combate la depresión
Si piensas que la dieta no influye para nada en tu estado de ánimo, estás muy equivocado. Comer mal, no sólo puede arruinar nuestra salud sino que, incluso, puede llevarnos a una depresión… O al menos eso es lo que han descubierto investigadores de las universidades de Navarra y Las Palmas de Gran Canaria, quienes afirman que la ingesta de grasas trans (aceites parcialmente hidrogenados que se emplean en la industria alimentariapara dar mayor estabilidad y durabilidad a los alimentos) y grasas saturadas aumentan enormemente el riesgo de sufrir depresión, mientras que el aceite de oliva sería el mejor aliado para defenderse frente a la que muchos han catalogado como la epidemia del siglo XXI.
Este descrubrimiento no es fruto de la casualidad, sino de una investigación de seis años -Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra)- en la que han participado 12.059 voluntarios, a los que se analizó su dieta, su estilo de vida y las enfermedades que sufrían -o no- al comienzo, en el transcurso y al final del proyecto. De este modo se confirmó que, a pesar de que ninguno de ellos tenía depresión al iniciar el estudio, al finalizarlo ya se habían detectado 657 nuevos casos. Realmente sorprendente…
De todos ellos, los que consumían más grasas tipo trans “presentaron un incremento del riesgo de depresión de hasta un 48% cuando se les comparó con los participantes que no las consumían”, asegura Almudena Sánchez-Villegas, Profesora titular de Medicina Preventiva de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, primera autora del trabajo.
Y no sólo eso, sino que cuantas más grasas de ese tipo se ingieren, más efecto dañino tienen en nuestro organismo. Vamos, que eso de consumir “comida basura” y bollería industrial en grandes cantidades no sólo no es bueno para la salud sino que es mucho más peligroso de lo que nos podíamos imaginar.
Además, la investigación -publicada en la revista médica PLoS ONE- se ha realizado en una población con una ingesta baja de grasas tipo trans, ya que sólo suponían un 0,4% de la energía total ingerida por los voluntarios (que no compremetía en manera significativa su salud). Pese a eso, se observó un incremento del riesgo de sufrir depresión cercano al 50%. “De ahí -concluye Miguel A. Martínez-González- la importancia de tenerlo en cuenta especialmente en países como EE.UU., donde el porcentaje de energía procedente de estos alimentos ronda el 2,5%”.
En este sentido, los resultados del estudio corroboran la tesis de mayor incidencia de depresión en países del norte de Europa respecto a países del sur, donde es más habitual seguir una dieta mediterránea (sí señores, esa que la UNESCO ya ha reconocido hace bien poquito como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad).

Sin embargo, los expertos advierten que en los últimos años la incidencia de la enfermedad ha aumentado, llegando a los 150 millones de personas afectadas en el mundo, donde ya es la principal causa de pérdida de años de vida en los países de renta per cápita media-alta. Otra vez más parece que los países desarrollados no están haciendo los deberes como deberían en lo que a salud respecta.
¿A qué se debe este paso atrás? Según Almudena Sánchez Villegas, es consecuencia de “un cambio radical en las fuentes de grasas consumidas en las dietas occidentales, donde hemos sustituído algunos tipos de grasas beneficiosas -poliinsaturadas y monoinsaturadas de frutos secos, aceites vegetales y de oliva y pescados- por las saturadas y trans -de carnes, mantequillas, bollería industrial o comida rápida”.
La parte optimista del proyecto la aportó el equipo dirigido por Miguel Ángel Martínez-González, Catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad de Navarra, que al analizar la influencia de las grasas poliinsaturadas -abundantes en pescados y aceites vegetales- y del aceite de oliva en la presencia de la enfermedad, descubrieron que son puro oro líquido para luchar contra la depresión.
Visto lo visto, consumir un exceso de grasas trans y saturadas, no sólo aumenta nuestros riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, sino que también son caldo de cultivo para la depresión. Por el contrario, tomar frutos secos, aceite de oliva y pescados azules, además de mantener a raya al coresterol, puede servirnos de escudo para evitar esta enfermedad.


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Beatriz López

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